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Las liquidaciones por más de 435 millones exponen la fragilidad del apalancamiento minorista mientras la banca acelera la adopción de registros en cadena de bloques. La combinación de nueva fiscalidad del 10% en Bélgica y mayor escrutinio político apunta a una normalización que contrasta con la cautela empresarial sobre el uso de bitcóin en tesorerías.

La combinación de divergencia negativa entre precio y actividad en la red y una adopción aún inferior al 4% subraya la fragilidad del impulso alcista. Al mismo tiempo, los patrones de volumen inflado y la valoración basada en relato refuerzan el riesgo para minoristas, que deben discriminar entre uso auténtico y señales fabricadas.

La evaporación de 170.000 millones del valor del mercado en 24 horas coincidió con señales de adopción institucional, como la toma del 5,4% en una minera de bitcóin por un gigante tecnológico. El uso de bitcóin como refugio en Ucrania y el pulso por reconfigurar la infraestructura financiera refuerzan la utilidad pese a la incertidumbre macro y regulatoria.

Los flujos de más de 30.000 BTC hacia intercambios con pérdidas apuntan a una capitulación táctica, mientras la permanencia de Bitcoin sobre 100.000 durante 140 días refuerza su maduración de ciclo. La influencia política y las nuevas tesorerías en Ethereum aceleran la profesionalización del sector con foco en custodia y rendimiento.

El pulso del mercado combina euforia minorista y disciplina, con Bitcoin sosteniéndose en torno a 113.000 y señales de apertura regulatoria. Los ingresos de 260 millones proyectados por los fondos cotizados de BlackRock y los planes de Morgan Stanley apuntan a una demanda institucional en expansión. La discusión sobre privacidad en la Unión Europea y las pérdidas del 93% en altcoins refuerzan la necesidad de gestión del riesgo y horizonte largo.

Un barrido de 1.700 millones en liquidaciones forzadas y la mayor cascada de Ethereum desde 2021 evidencian el riesgo de tramos eufóricos con alto apalancamiento. Mientras la acumulación corporativa alcanza hitos, como la compra de 63,2 millones de Metaplanet, crece la preocupación por la concentración y se intensifican las alertas de ciberseguridad ante estafas dirigidas a inversores.

El empuje regulatorio en Estados Unidos y la tesis de un giro de liquidez tras el objetivo de caja del Tesoro reconfiguran el apetito por riesgo en cripto. A la vez, Bolivia acelera la adopción transaccional con pagos en establemonedas y Ethereum ajusta incentivos con salidas netas en participación líquida.

El debate diario giró en torno a una posible reserva estratégica de bitcóin por parte de grandes economías y a un proyecto de ley que ordenaría el mercado cripto. Cruces técnicos en marco semanal y metas de precio de siete cifras alimentaron el optimismo, mientras gestos culturales consolidan la normalización del activo.

La ausencia de euforia en el ciclo contrasta con choques de confianza por una incautación récord en Canadá y por el escrutinio sobre el poder de las establemonedas. Al mismo tiempo, la advertencia de un riesgo cuántico a cinco años obliga al sector a preparar defensas tecnológicas y a comunicar límites con transparencia.

Las señales de adopción institucional se multiplican, con exposición indirecta de un banco central y nuevos servicios de custodia en la banca tradicional. En paralelo, crecen las entradas a fondos cotizados y la normalización política del discurso, mientras resurgen promesas de precio de siete cifras que exigen gestión del riesgo.

La exención del impuesto sobre plusvalías en Tailandia y el impulso legislativo en Estados Unidos reducen fricciones y abren la puerta a mayor adopción institucional. Con fondos cotizados al contado y tesorerías municipales explorando Bitcoin, las señales técnicas —techo potencial superior a 194.500 dólares y rentabilidad histórica de mantener por encima del 99,5%— consolidan el sesgo alcista.

El mercado oscila entre la euforia minorista y la prudencia, con un pronóstico de 150.000 para la mayor criptomoneda que reaviva la tentación de rotar hacia monedas alternativas. En paralelo, la actualización Fusaka de la segunda mayor red promete duplicar la capacidad de datos, mientras las autoridades endurecen el control con incautaciones y los estados refuerzan la custodia ante riesgos como el cuántico.