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La aceleración del riesgo coincide con ventas masivas de tenedores a largo plazo, lo que presiona precios y expone el apalancamiento. Al mismo tiempo, un colapso en una supuesta moneda estable y un precedente judicial sobre custodia revelan los puntos débiles de la infraestructura y la gobernanza. La combinación de épica alcista, presión regulatoria y fallos operativos exige una gestión del riesgo más rigurosa.

Las señales de adopción institucional se multiplican, con exposición indirecta de un banco central y nuevos servicios de custodia en la banca tradicional. En paralelo, crecen las entradas a fondos cotizados y la normalización política del discurso, mientras resurgen promesas de precio de siete cifras que exigen gestión del riesgo.

El mercado oscila entre la euforia minorista y la prudencia, con un pronóstico de 150.000 para la mayor criptomoneda que reaviva la tentación de rotar hacia monedas alternativas. En paralelo, la actualización Fusaka de la segunda mayor red promete duplicar la capacidad de datos, mientras las autoridades endurecen el control con incautaciones y los estados refuerzan la custodia ante riesgos como el cuántico.